Queridos Jimmy y Marissa:
Bueno, me fue difícil decidirme a escribirles una carta, tengo un lógico temor a que les pueda desagradar saber de mi a estas alturas, pero he preferido hacerme la idea que tomarán las palabras que cuidadosamente he elegido para saludarlos, como la despedida total de quien en algún momento formó parte del entorno de ambos.
Disculpen que mi manifestación se exponga a través de un blog, pero no encontraba un medio que me proteja más que mi propio lugar que creé para que se convierta en mi terapia al inexorable mal que se llama "baja autoestima". Un mail personalizado me pareció un tanto arriesgado, y no quería que las palabras que hoy nacen en la intimidad de mi habitación terminen en la papelera de de sus correos.
Advierto que no hay rencor, ironías ni ofensas en las líneas posteriores, así que cualquier lector que espere eso, está a tiempo de dejar de leer y cerrar este sitio web, pues no satisfaré la necesidad de guasa que este guasón normalmente satisface.
Me dirigiré por separado, no son la misma persona y a cada uno necesito decirle diferentes cosas. Primero son las damas. Marissa siempre supo ser y se dejó ver como dama, así que comencemos con el "querida Marissa", o "bien recordada", bueno dejémoslo en simplemente Marissa y los dos puntos.
Marissa:
Comenzaré diciendote que los recuerdos mientras más lejanos son, más hermosos se ponen. No hace falta ahondar en el tema, sé que pertenezco a tu pasado y tú afortunadamente al mío. Es imposible encontrar al amor de tu vida a los 16 años, que es cuando comienza la búsqueda y el camino en el cual vas dejando tu hollar en cada candidato. No es inteligente quedarse con el primero. Lo sabes y lo sé.
No te escribo para dar un viaje pretérito, sinó para saludar y celebrar tu fructuoso presente. Siempre te dije (aún cuando estábamos) que ibas a terminar enamorándote de Jimmy, y tú lo negabas tan enérgicamente, que ese miedo de ver a mi novia con mi amigo y confidente, desaparecía. Ahora agradezco a Dios que se haya dado esta situación, aunque me torturaba este escenario y moría de pánico de que llegase. Al final termina siendo un limpiador de conciencias. Yo sentía que había sido una rata de desague contigo, pero tu "sorpresivo" emparejamiento con Jimmy, me humaniza o te deshumaniza, no lo sé, pero a roedor no llegas, en serio ni con una chinchilla te compararía.
No me da el alma para que esta carta se parezca a la anterior, en la que yo dejaba notar involuntariamente mi herido orgullo, porque habías aceptado la declaración de amor de un marino con cara de looser (yo también la tengo, pero para La Marina es importante no tenerla). En ese entonces te escribí golpeado y buscando golpear, sin embargo, ahora no tiene caso hablar de los temas que mencionaba en aquella carta: del pollo al horno de los sábados, de los paseos en mi pequeña moto, de nuestros llantos, mucho menos hablar de sexo. No pretendo despertar la imaginación de Jimmy, sé que él es inteligente y no se flagelará el cerebro como lo hacía yo, por mucho menos que una ex pareja de cuatro años ¿verdad?
Mientras escribo no dejo de preguntarme si las cosas habrían sucedido así, en el caso que yo me hubiera quedado a vivir en Ica. No lo creo. Seguro no estaríamos juntos, pero no se parecería al presente. Presente que hoy a ti te sonríe, y a mi, me ha dado una bofetada, dura, pero aleccionadora. Que tenga cuidado con mis descuidos me ha dicho la vida, y yo te descuidé, tanto, que creo que la mejor manera de rezarcir mi estúpida distracción, es decirte que me arrepiento de no haberte tratado como te merecías, eras la persona que más debía respetar, y sin embargo, fuiste la única persona a la cual yo le falté el respeto a cada instante. Cabe arrepentirse ¿verdad?
Si pongo las cosas en extremo drama, te diré que me mataste por segunda vez. Como todo asesino, el primer muerto no te deja vivir en paz, te atormenta, piensas todo el día en que pudiste evitar matarlo. Del segundo muerto en adelante, ya el asesino aprende a matar "a sangre fría", cual sicario ad honorem. Sé que ahora en lo que menos piensas es si me dolió, si no me dolió. Al final uno vive ocupándose de su propia felicidad ¿verdad?
No te diré cuanto me afectó, pero fue menos que el primer asesinato, cuando aprendiste a jalar el gatillo si me destruiste. Hoy no. Hoy recuerdo la relación, como un encuentro entre una chica que fue el Abu Ammar (el que construye) y un chico que solo desbarataba los muros que tú, arquitecta de la relación, te esmerabas en construir.
Las líneas de esta carta aún no se deciden a demostrarte odio o amor, y es que las dos cosas las siento. Pero, sabes bien que nunca será, odio negro, ni amor rojo. Bueno Marissa, en nuestra balanza creo que pesan más las sonrisas que las lágrimas ¿verdad?
Y ganan las sonrisas por encima de todo, porque los rezos de cada noche por ti y por los tuyos es algo que aún recuerdo y de vez en cuando practico, ganan las sonrisas porque mientras silbo inconcientemente Los Tulipanes viene a mi memoria tu casa, y ese niño tan hermoso que tienes como sobrino. Agradezco que hayas sido un oasis en mi desierto. Tupiste de vegetación y agua mi suelo arenoso y árido, y eso no se olvida, eso se agradece ¿verdad?
Este es el momento ideal para concluir, porque el inicio de este escrito no encontraba ni presentía a un vasco tan sensible como el que se presenta en este minuto, en el cual te hago llegar mis más bondadosos y diáfanos deseos. Jimmy es un estupendo chico, merecías alguien así. Y él merecía alguien como tú ¿verdad?
Lo que para mi era una pesadilla, hoy ya es una realidad, y se ha convertido en el albor de mi madurez. Hoy aplaudo la relación que están edificando. Parece ser de esas que duran por siempre, que comienzan en el término de la vida universitaria y finaliza cuando uno de los dos le lleve flores a la tumba del otro ¿verdad? Permíteme responder por ti: CLARO QUE ES VERDAD TODO.
Querido Jimmy: ............... continuará
domingo, 16 de mayo de 2010
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